Juan Pablo Escobar —hoy Sebastián Marroquín— lleva más de dos décadas intentando reconstruir su vida lejos de la sombra de su padre. Arquitecto, escritor y activista por la paz, ha compartido en libros, conferencias y documentales una mirada crítica hacia el legado criminal de Pablo Escobar y las heridas que la violencia dejó en su familia. Ahora, da un paso más: contar su propia infancia marcada por el miedo, el aislamiento y la brutalidad del narcotráfico a través de un cómic. Una decisión que, a primera vista, podría parecer sorprendente, pero que él defiende como una herramienta directa, honesta y pedagógica para conectar con nuevas generaciones.

El proyecto nace del deseo de desmontar mitos y cuestionar la romantización de la figura de su padre, que aún hoy circula intensamente gracias a producciones audiovisuales y, de manera muy particular, a series como Narcos. Para Marroquín, la cultura popular ha contribuido a edulcorar una realidad devastadora, convirtiendo a un criminal en un personaje casi épico. “Yo conciencio, Netflix glorifica”, resume él mismo con una contundencia que atraviesa toda la obra. El cómic se presenta así como un contrapeso, un golpe de realidad que baja el volumen del espectáculo para amplificar el testimonio humano.

El formato no es casual. Para Marroquín, el lenguaje gráfico permite transmitir emociones, silencios y escenas traumáticas con una fuerza singular. El cómic hace posible que episodios de su niñez —a veces difíciles incluso de poner en palabras— encuentren una forma visual que no cae en el morbo, sino en la reflexión. Viñetas que retratan noches enteras sin dormir por miedo a atentados, huídas precipitadas, explosiones que hacían temblar paredes y, sobre todo, la sensación constante de ser un niño viviendo en un mundo para el que no había mapas.

Lejos de glorificar o justificar a su padre, Marroquín expone la crudeza de crecer bajo la figura de un hombre que dominaba un país entero a través del terror. En su relato no hay orgullo ni melancolía, sino un intento de explicar cómo se vive cuando tu apellido es un peligro, cuando tu infancia se desarrolla entre refugios, armas escondidas y conversaciones de adultos que siempre presagiaban tragedias. La sinceridad con la que aborda estos temas es uno de los puntos más fuertes del cómic, precisamente porque renuncia al maquillaje narrativo que suele acompañar las producciones sobre Pablo Escobar.

El hijo del capo también aprovecha la obra para reflexionar sobre la responsabilidad de los medios, el cine y las plataformas en la creación de ciertos imaginarios. Señala cómo la figura de su padre se ha convertido en un producto global que se consume sin contexto, muchas veces ignorando el dolor de las miles de víctimas y el impacto social que aún persiste en Colombia. En contraposición, el cómic de Marroquín busca hablar desde dentro, desde la experiencia de un niño que vivió la violencia no como aventura, sino como una sombra que lo perseguía incluso cuando jugaba o intentaba dormir.

Pero la obra no se queda en la denuncia: también abre la puerta al perdón, un tema que Marroquín ha abrazado públicamente durante años. Admira y reconoce el trabajo de las víctimas que le han permitido dialogar con ellas, y subraya que la reconciliación es un camino largo que requiere verdad y responsabilidad. Su cómic, en ese sentido, es un acto de memoria, un aporte personal a la construcción de un relato más honesto sobre uno de los periodos más oscuros de la historia reciente de Colombia.

Con este lanzamiento, Marroquín demuestra que su lucha no es por limpiar un apellido, sino por iluminar la complejidad humana detrás del mito. Frente a la mitificación global de Pablo Escobar, él apuesta por un testimonio que duele, pero que abre ventanas. Su cómic es, en esencia, un recordatorio de que, detrás de cada figura criminal convertida en icono cultural, hay familias rotas, infancias truncadas y heridas que aún supuran. Una obra necesaria para quienes quieren entender, más allá de las series y los eslóganes, lo que significó realmente la violencia del narcotráfico.

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